Apresamiento del General Riego en Arquillos

Apresamiento del General Riego en Arquillos

15 de septiembre de 1823

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El Apresamiento

Acompañado de veinte hombres de caballería, el general Rafael de Riego llegó el día 14 de septiembre a un cortijo que llamaban del Pósito en el término de Cazorla. Allí encontró a un hombre llamado Vicente Guerrero, vecino de Torreperogil y que era el santero de una ermita inmediata dedicada a Santiago el Mayor; y a Pedro López Lara, vecino de Vilches, un pastor que estaba guardando ganado de cerda. Riego les pidió a ambos que le guiaran hacia La Carolina, Carboneros o Navas de Tolosa, sin entrar en ningún pueblo, dado que allí tenía buenos amigos que podían ponerlo en camino a Extremadura. No conocemos si los amigos a los que se refiere fueron los que conoció durante su estancia en las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena entre febrero y septiembre de 1818. 

Siguiendo con la captura de Riego, y aunque se supone que este les prometió una recompensa económica por acompañarlo en el viaje, los hombres se excusaron, pero finalmente les «invitó a acompañarles» para que lo guiaran por el campo hacia Sierra Morena.

 Después de consultarlo con varios oficiales, Riego se puso en marcha junto con sus amigos más fieles, Matthewes, su ayudante de campo el capitán Mariano Bayo, y Vincenzo Virginio, un ingeniero piamontés que había sido miembro de la Legión de Honor al servicio de Napoleón. Durante el camino, según el testimonio seguido, por los temas de conversación que Riego practicaba con sus oficiales, López Lara lo identificó, llevándolo entonces a un cortijo de la jurisdicción de la villa de Vilches llamado de Antonio Moreno o de los Baquerizones donde trabajaba su hermano Mateo para pasar la madrugada del día 15 de septiembre. 

Según parece, la actitud del oficial Matthewes era bastante recelosa sobre cómo estaban realizando la huida. Al amanecer, Riego le dijo a Pedro López que tenían que herrar un caballo, y él se ofreció para ir a Arquillos a realizarlo; pero el general no quiso que lo abandonara, y Pedro sugirió mandar a su hermano Mateo. Pedro le indicó a su hermano quién era su insigne acompañante, y que lo delatara a la Justicia de Arquillos para que vinieran a prenderlo. El plan que trazaron fue que Mateo llegaría al cortijo para la hora de almorzar y que un cuarto de hora más tarde deberían llegar los de Arquillos, como así sucedió. 

Los hermanos López Lara y Vicente Guerrero aprovecharon la sorpresa propiciada por la llegada de los realistas para capturar a Riego y sus hombres en el momento del almuerzo, amenazándolos con sus escopetas. Pese a que el oficial inglés no dejaba de mirar por la ventana y divisó la llegada de los de Arquillos, Riego y sus hombres fueron prendidos sin presentar batalla. Los primeros en entrar en el cortijo fueron el alcalde pedáneo del segundo departamento de Arquillos Ventura Mateu junto con varios colonos, que según las fuentes que revisemos nos informan que Riego le solicitó un abrazo, delatándose al alcalde pedáneo, pidiéndole clemencia o intentando sobornarlo, elementos que no están del todo claros, si bien parece ser que sí le pidió que no los mataran. Durante los minutos siguientes llegó Josef Antonio de Araque, comandante civil de Arquillos, acompañado por Juan Bautista de Herrera, cura de Arquillos, Francisco López Vico, capellán de El Porrosillo, y el resto de colonos. 

Finalizada con éxito la celada, Pedro López y Vicente Guerrero retornaron con sus dos mulas para sus ocupaciones y los colonos abandonaron el cortijo de Antonio Moreno en dirección a la población de Arquillos con los cautivos.

Sobre las dos del mediodía fueron trasladados a La Carolina, donde le esperaban otros realistas de Sierra Morena y el intendente interino. A una legua de dicha ciudad una muchedumbre lo recibió con gritos y abucheos acompañándolo en su llegada a la capital de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena. El pueblo expresaba de esta manera su apoyo al absolutismo y la contrarrevolución. Algo que ya habíamos puesto de relevancia al ser colonos de Arquillos los que capturaron al general.

 La llegada de Riego a la cárcel de La Carolina se produjo sobre las 19 horas de la tarde custodiado por los mencionados colonos de Arquillos. Si bien los realistas de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena ya habían salido a su encuentro como vimos anteriormente en el camino. Los dirigía Manuel Antonio Rodríguez de Quijano, que se intitula a sí mismo como «el primero que se alistó en la milicia realista». En la documentación dirigida al Supremo Gobierno se quiso dejar claro que fueron los colonos de Arquillos quienes lo capturaron.  

El camino a La Carolina lo narra Matthewes, donde corrobora los insultos y denigraciones a los que fueron sometidos por las personas que los estaban esperando: «judíos, jacobinos, herejes y francmasones», en línea con lo expresado por Quijano. El relato del inglés deja ver como Riego y Rodríguez de Quijano se conocían, y destaca la ameza del realista con su sable al general que quedó a salvó gracias a la intervención de un comandante francés que fue amonestado al día siguiente por el teniente general Latour-Foissac.

La comunicación al ministro de Hacienda, Juan Bautista de Erro y Aspiroz, fue realizada también el mismo día 15, por el intendente interino, Juan José Caballero. En ella ya informaba que a las ocho de la tarde el general y sus acompañantes habían entrado en La Carolina y que él los había puesto en un calabozo de la cárcel pública. Caballero utiliza esta primera notificación para indicar cómo el comandante civil de Arquillos, dependiente de su Intendencia, «[…] con sus colonos solos y sin un soldado son los beneméritos aprehensores», obviando la labor de los hermanos López Lara y el santero Guerrero, personas claves en urdir el plan de captura. Resaltamos cómo el propio intendente interino de las Nuevas Poblaciones envió al periódico El Restaurador la noticia del apresamiento de Riego que fue publicada como suplemento del número 72, de 17 de septiembre de 1823. En esta publicación oficial se especificaba que habían sido el comandante civil de Arquillos y algunos colonos los responsables del apresamiento, lo que nos indica la premeditación clara de la Intendencia de Nuevas Poblaciones por mantener el relato de la captura por los colonos y obtener rédito del hecho.

«Otra carta de la misma Carolina que tenemos presente, dice: En este momento que son las 8 y media de la noche acaba de entrar Riego preso: le conozco bien pues le tuve alojado 6 meses en mi casa.»

PREMIOS DEL MONARCA A LOS CAPTORES DE RIEGO

La captura y encarcelamiento de Riego trajo consigo un proceso para dilucidar las personas que habían estado directamente relacionadas con esta iniciativa. Fernando VII quería premiar a aquellos que lo habían ayudado a volver al trono, y estas prebendas, a la par, debían actuar como elementos publicitarios de la Corona. Tanto desde la Intendencia de Nuevas Poblaciones como desde el Obispado de Jaén, hemos podido observar cómo el mismo día del apresamiento los protagonistas querían dejar claro quiénes estaban involucrados en este hecho, al objeto de no dejar dudas en esta cuestión. En el apartado anterior resaltábamos cómo la vuelta del intendente Polo de Alcocer a la Intendencia de Nuevas Poblaciones fue una de las primeras gracias que el rey Fernando VII otorgó a los habitantes de las colonias. Solo unos meses después, el 16 diciembre de 1823, el rey premiaba también al comandante civil interino de Arquillos, Josef Antonio de Araque, «[…] que como jefe de los colonos armados de la misma concurrió a la prisión del difunto rebelde Riego.». El premio consistió en su nombramiento como tesorero de las Nuevas Poblaciones de Andalucía, con capital en La Carlota, con un sueldo anual de 800 ducados.

Entre tanto, conocemos un expediente que se instruyó a petición del cura de Arquillos, Juan Bautista de Herrera, ante el intendente Nonscribas. El párroco necesitaba probar, con testigos presenciales, que él había participado en la captura de Riego en el cortijo de Antonio Moreno. Ante el comandante civil interino de Arquillos, Donato Bonet, y el fiel de fechos de la feligresía, Juan Ignacio Saravia, dieron testimonio los colonos de Arquillos Ventura Matéu, alcalde pedáneo, Manuel Molina, Juan Carnicel, José Pinilla, Juan Momblanc y José Kel, corroborando que el cura participó en los hechos. El proceso se realizó entre el 8 y el 22 de noviembre de 1823, siendo remido el expediente al juzgado de La Carolina, y aceptado su contenido. Por otro lado, a finales de 1824 la Gaceta de Madrid publicó la Real orden por la que Su Majestad concede varias gracias a la villa de Torre de Pero Gil, y a los que intervinieron en la prisión de Riego que fue firmada por el rey el 28 de agosto. Queda patente que los distintos expedientes instruidos que se presentaron al monarca dieron lugar al otorgamiento de no pocos premios, si bien en el mismo documento se especifica que la Regencia también les había otorgado algunas recompensas anteriormente.

Resulta llamativo cómo se premia a la villa de Torreperogil por medio de concesiones a la ermita de Santiago, lugar donde Riego entró en contacto con sus delatores. Fueron varias las recompensas: por un lado, se aumentaba en 1000 reales la dotación de 200 asignada para la función anual que se celebraba en la ermita, para costear la cera, la música, el sermón y los demás gastos que surgieran; por otro se daba permiso para otra fiesta anual el día 14 de septiembre, esta vez costeada por el vecindario para dar las gracias por la captura aquel día. 

En esta celebración debería acudir el ayuntamiento y Vicente Guerrero llevaría el estandarte del Santo mientras que su salud lo permitiera, pasando a portarlo un pariente hasta el cuarto grado de consanguinidad si él estaba incapacitado, igualmente se comisionaba a dos voluntarios realistas para su realización por lo que se aseguraba el control de la fiesta a las autoridades; y por último, se ampliaba la habitación del ermitaño para que pueda dar hospedaje a cabildos. Esta última obra sería sufragada por las limosnas de la propia ermita.

Para los hermanos López Lara, Pedro y Mateo, como principales autores de la captura, pues así los consideraba esta publicación, dos medias casas y una entera que eran propiedad de las Reales Fábricas de Linares y que estaban situadas en la villa de Vilches. También 20 fanegas de trigo de las existencias de las tercias y 6000 reales en un solo pago, para realizar algún trato de ganado. El santero de la ermita, Vicente Guerrero, por el mismo mérito que los hermanos López Lara, una casa llamada de Víctor en su pueblo de Torreperogil; además de 20 fanegas de trigo de las existencias de las tercias y 6000 reales en un solo pago. 

El siguiente agraciado fue don Josef Antonio Araque, como comandante civil de Arquillos, cuyo premio fue la promoción al destino de depositario de rentas de partido o de tesorero de provincia en una de primera entrada, no obstante de haber sido ya agraciado con la tesorería de La Carlota. Con lo que se le buscaba un ascenso mayor al ofrecido en un primer momento, con el incremento de sueldo que esto implicaba. El siguiente en ser premiado fue Ventura Mateu, alcalde del Segundo Departamento de Arquillos, con 4000 reales en una sola vez para que fomentase su labor. 

Todos los colonos de Arquillos que participaron directamente en el apresamiento recibieron 1500 reales, aunque ya habían sido beneficiarios de igual cantidad por orden la Regencia. Estos individuos fueron los siguientes:

Acto seguido, el documento continuaba con los premios a otros participantes en los hechos, como a Gila López, de la familia de los Lara, que era la casera del cortijo donde se realizó el apresamiento. A esta se le otorgaba la limosna de 2 reales diarios mientras viviera pagados por los fondos propios de Vilches. A don Juan Bautista de Herrera, cura de Arquillos, se le recomendaba a la Cámara y al obispo de Jaén para que se le concediera alguna prebenda en su catedral. Igualmente, a don Francisco López Vico, capellán de El Porrosillo, se le concedía una recomendación para un cargo en dicho templo. Con una colocación en el ramo de Correos, Caminos, Canales, Salinas u otras oficinas, se premiaba por su «buena pluma y disposición» a don Mateo García Bravo, don Juan Ignacio Saravia y a Juan del Campo. 

Para Amado del Campo se aseguraba una colocación en el resguardo de caballos de Jaén u otra provincia inmediata; y, por último, a Ildefonso Jiménez, se prometía un ascenso inmediato si efectivamente era empleado en el resguardo de montes de Baza cuando asistió a la prisión de Riego, y si no lo era, que se le diera una plaza de dependiente en el de Jaén u otra provincia inmediata. Como podemos observar, todas estas recompensas por participar en la captura fueron bastante importantes, siendo muy relevante el uso de los canales oficiales del Estado para darles la mayor publicidad posible. 

Unas gratificaciones que algunos recibieron por partida doble, tanto de la Regencia como del rey, y que implicaron incluso honores tan significativos como el ser invitados a besar la mano de Fernando VII durante su estancia en La Carolina en noviembre de 1823. Era primordial el dar cumplida cuenta al pueblo español de los beneficios recibidos por todos aquellos que ayudaron a capturar a Riego y, con ello, reducir la influencia de los constitucionalistas.

Información obtenida del artículo:
de Francisco José Pérez-Schmid Fernández (Universidad de Jaén)